Enajenamiento y fe
La humanidad sigue siendo golpeada por los medios de comunicación. Y lo más, triste, es que la población llega incluso, agradecer el maltrato. Cada día, entre los analistas y expertos, se afirma más la tesis, del diagnóstico de síndrome de Estocolmo, aunque no todos lo refieren a los medios hegemónicos.
Llevamos dos años de acoso, donde el verdugo tan implacable como impune, ha logrado cautivar la mente, aún de aquellos que, en otro tiempo, reconocían la manipulación de los medios. También estos han caído, en lo que yo llamaría el enajenamiento, según la segunda y tercera acepción del término que da el diccionario de la RAE.
¿Cómo es posible seguir creyendo al que te ha mentido una y otra vez? ¿Cómo es posible seguir confiando en quien ha estado de parte, de quienes o habían creado el problema, o bien, se aprovecharon de la situación para infundirte miedo? ¿Nadie pedirá responsabilidad a los medios? Lo más probable es que nadie lo hará, ya que el enajenamiento ha sido todo un éxito, y todavía la población cree que son “transmisores de verdades”, todavía el pueblo cree que vive en un país democrático, cuando los medios que siguen un relato son aceptados, y quienes lo contradigan son censurados.
Intentaré plantear una posible salida de este enajenamiento, o esclavitud que nos han impuesto los medios hegemónicos.
En primer lugar, hay que preguntarse ¿Qué son los medios?
En general, son grandes empresas con fines de lucro, es decir no son obras de caridad y por tanto, tampoco tienen como objetivo primario servir al pueblo ofreciéndole el servicio de comunicarles la verdad.
La verdad, para los medios hegemónicos no cuenta. Ellos ya están inmersos en la era de la posverdad. Lo que cuenta es la rentabilidad, y por tanto su primer deber es obedecer a sus amos.
Sabemos que todos los grandes medios están en manos de un puñado de grandes corporaciones, y que la operación covid-19 sirvió para formalizar la sumisión a la agenda globalista, o bien, quien optó por disentir, debió atenerse a las consecuencias de la censura.
Sabido esto, debería extrañarnos nuestra afección y fidelidad hacia los medios. Se podría objetar que los periodistas con sus cámaras muestran hechos reales. Es cierto, pero a partir de esos hechos reales (que a veces no lo son) ellos inoculan en las mentes una interpretación de los hechos, que no obedece más que a una agenda preconcebida para generar en la población una idea, una visión, una actitud y reacción ante los acontecimientos. Y es aquí donde el enajenamiento se hace con nuestros razonamientos.
Los medios no tienen como objetivo mostrar una realidad, sino abusar de esa realidad para sus intereses. Si la última semana se han volcado con la guerra en Ucrania, no es porque quieran mostrarte la realidad de los hechos, sino porque hay una agenda geopolítica y de modulación de la mentalidad que ellos deben imponerte. Ni todo es falso, ni todo es verdadero. Los medios, son simples voceros de quienes mueven los hilos del mundo. Siempre intentarán desligarse de cualquier responsabilidad, y coaccionaran las mentes con el bombardeo de información confusa, con el objetivo de que sea la población, la que pida lo que la agenda tiene pensado en sus objetivos realizar.
Sentado esto, si ahora echamos mano de lo que nos enseña el pensamiento cristiano del mundo y de la historia, deberíamos preguntarnos aquello que nos toca directamente a nosotros, más allá de las atrocidades que están sucediendo en el mundo: ¿Qué idea, reacción, actitud, intentan crear en nosotros los medios de comunicación hoy, por ejemplo con la “información” sobre la guerra?
La guerra es siempre un gran mal, como también lo es el asesinato de inocentes antes de nacer, que se da cada día en este “país de paz”, España, o “continente de paz” Europa, pero ¿por qué los medios de ello, no nos dicen nada? Porque obedecen a una agenda que intenta llevar a toda la población hacia el lado oscuro, y lo está consiguiendo.
¿Qué entendemos por lado oscuro? Para el creyente, todo aquello que sea contrario a la verdad, al bien, a la belleza querida y revelada como tal por el Creador.
Si nos atenemos al relato revelado del Génesis, lo que intenta el maligno es lograr en las personas el alejamiento de la verdad, no sólo la verdad sobre Dios, sino de toda verdad. Y en este sentido, creo que hemos de tener la suficiente humildad intelectual, para dejar de lado la pretensión de un juicio definitivo sobre los acontecimientos. Es necesario investigar, cuestionarse, sacar las propias conclusiones, pero también, para el creyente, es necesario reconocer que no se puede estar absolutamente seguro de la interpretación de los hechos, menos aún, ante la tan evidente censura totalitaria a quienes osan disentir del relato único. Lo hicieron con el Covid, lo están haciendo con la crisis en Ucrania.
Lo que intenta el maligno es llegar no sólo a la mente, sino también al corazón, de modo tal que en el corazón de hombres y mujeres de bien, nazcan sentimientos contrarios al bien, la verdad y la belleza. Y que esos sentimientos sean consentidos y alimentados. Pongamos un ejemplo: en el caso, de conocer el asesinato de un inocente en el vientre materno, quienes están comprometidos en la lucha por el valor de la vida humana, sentirán la tentación de repulsión, odio, rechazo a la madre que hizo tal crimen. Que ese sentimiento aparezca como un instinto, es normal y amoral, pero se convierte en un mal moral, cuando ese sentimiento es consentido y alimentado dentro del corazón. No es el pecador, es el pecado lo que debemos odiar.
Los malos pensamientos contaminan el corazón del hombre, lo dijo Cristo: “…lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre” (Mt. 15, 19-20).
Si el maligno logra que la población consienta una actitud de odio no a la guerra, sino a todos los implicados en el actual conflicto en Ucrania, habrá conseguido parte de su objetivo. Pero habrá conseguido aún más, si logra que la población se vuelque hacia la media verdad (una mentira en realidad), de considerar culpable a un implicado y por otro lado reconocimiento, incluso veneración, del otro u otros implicados.
Por lo que veo, en el sentir común, parece que, con la potente ayuda de los medios, lo está logrando. Los medios han ocultado el genocidio de 8 años de guerra civil, con muertes de niños, mujeres y civiles gestionado y financiado por el régimen de Kiev, y ahora quieren que sea la población quien canonice al presidente que llegó a ese puesto gracias a Soros y la oligarquía mundial, la misma que ha pensado la Agenda 2030, y mueve los hilos del mundo, sin importarle, en lo más mínimo las vidas humanas. Al contrario, todo esto les sirve para la tan anhelada despoblación del planeta.
Lo que busca al fin el maligno es eliminar el amor. Y aquí, debemos aclarar que no se trata solo de la filantropía, o la solidaridad que se expresa, por ejemplo en la acogida del refugiado y que es preciosa, sino del amor cristiano que no tiene fronteras ni de raza, ni de pueblo, ni de religión, ni de ninguna otra condición. Este amor, que es el divino en el cristiano, es el que contradice la acción del maligno.
Desgraciadamente muchos cristianos, incluso practicantes, han aceptado sin más, las injusticias occidentales contra el pueblo ruso, el cual es un pueblo como cualquier otro, con sus virtudes y defectos, y con sus deseos de felicidad y de paz. No es el pueblo ruso el que quiere la guerra, como en Donbass no era el pueblo ucraniano el que quería la guerra civil que se cobró en estos años más de 14 mil vidas, sino el régimen que los obligó a empuñar las armas y matar a sus propios hermanos. Esto no, sin antes haber sido sometido a un lavado de cerebro, donde la identidad nacional se apoya en el odio al hermano. Todo ello, quizá parte, de ese famoso “proyecto harvard” que debería haber cesado una vez que cayó la Unión Soviética.
El Occidente, tan democrático y justo, desde hace años, viene sancionando, por ejemplo a deportistas rusos ¿alguien me puede explicar cual es el delito de estos deportistas? ¿El delito es haber nacido en un país llamado Rusia? Sin embargo, la población occidental aplaude estas medidas, y ojalá me equivoque, lo acepta con un sentimiento malo en el corazón, como diciendo “se lo merecen”. Me recuerda algunos españoles “de poco seso” que no toman cerveza hecha en Cataluña, porque no están de acuerdo con el independentismo. Este es el grado de “inteligencia”.
Toda Europa se ha movilizado, incluso aplicando leyes, para ayudar a los refugiados ucranianos. Me parece loable y perfecto, pero me pregunto ¿harían lo mismo si fueran rusos de Donbass? ¿Lo hicieron estos pasados 8 años, donde Rusia estuvo esperando de Europa, alguna mínima condena del terrorismo contra ucranianos, cuyo pecado era pensar que Ucranianos y Rusos debían caminar juntos?
La demencia de las sanciones se ha impuesto como un acto de justicia en la mente de la población. Eso es un logro de los medios de manipulación de masas, y debería hacernos preguntar por amor a la gente ¿a quiénes perjudican esas sanciones? Cuando la TV dice sanciones contra Rusia ¿Qué significa? ¿acaso no se traduce sanciones, y opresiones contra el pueblo ruso? ¿Y nosotros lo permitimos, y lo aplaudimos, y creemos que amamos cristianamente?
De la vida real pongo un ejemplo: ¿Por qué nadie piensa en las madres y padres rusos que están trabajando en España, en Europa, para enviar un poco de dinero a sus hijos para que puedan vivir y estudiar? ¿Es que, por haber nacido en Rusia, son menos padres y aman menos que aquellos que nacieron en Ucrania, u otro país?
Justamente, cuando ocurren estos conflictos globales, es cuando aparece el impresionante trabajo que han hecho los Think tank desconocidos para el público en general, pero los encargados de generar una visión, un concepto de la realidad, también de los pueblos.
En lo que se refiere a Rusia, desde la segunda guerra mundial, son muchos años de “formación” de las conciencias y mentes del ciudadano europeo, por parte de laboratorios de ideas y pensamientos afines a los intereses de EEUU. Así, la imagen del ruso, es la del mafioso, astuto, sicario, insensible, mientras que la del americano o europeo, es el bueno, justo, salvador de la humanidad. Las películas son películas, pero también son una poderosa herramienta de deformación de las conciencias.
Nos podríamos preguntar ¿por qué se ha manipulado la mentalidad occidental hacia el lado oscuro, inoculando al menos una falta de amor hacia un pueblo ruso? La respuesta es manipulación de masas desde los Think tank, como el Instituto Tavistok.
¿Por qué la propaganda ha, poco más, santificado la política americana, cuando ha sido ella la responsable de las mayores invasiones y muertes de la última mitad de siglo? Creo que la respuesta a esto, podríamos encontrarla en una afirmación que hacía Julian Assange, en una entrevista: “casi todas las guerras que comenzaron los últimos 50 años fueron resultado de las mentiras de los medios de comunicación. Los medios las habrían impedido si hubieran investigado lo suficiente, si no hubieran reimprimido propaganda gubernamental, pero ¿qué significa eso? En general a la gente no le gustan las guerras. Tienen que engañar a las personas porque no van a la guerra por propia voluntad. Así que, si tenemos un buen entorno mediático, tendremos un ambiente pacífico. Opino que, en general, los medios de comunicación son tan malos, que debemos cuestionarnos si el mundo no estaría mejor sin ellos”.
El cristiano, que cree en una luz superior que puede iluminarlo, no puede renunciar a la libertad de pensar, ni tampoco a la inclinación natural de buscar la verdad, aunque sea tan difícil como encontrar una aguja en un pajal.
Los hombres y mujeres de fe, no pueden amoldarse a la concepción de amor que el mundo propone, tampoco a la concepción de paz, ya que la paz no es solo ausencia de guerra, y la paz cristiana ni siquiera tiene su fuente en este mundo.
Nuestro mundo, nuestra Europa no goza de paz, la paz de las democracias es una falsedad ante la cual, el ciudadano se ha acostumbrado a ponerse el bozal, como signo de sumisión. Se abandona a los ancianos, se los asesina, se destruye la infancia con ideologías malsanas, se inculca el odio al que piensa fuera de las reglas dogmáticas de la corrección política, se instruye en la cultura de la muerte y todo con el financiamiento de los ciudadanos, a los cuales se les dice que son libres, porque de vez en cuando pueden depositar un papel en las urnas.
Intentemos despertar, y despertar a nuestro prójimo, para que no sean los medios quienes gobiernen sus vida, sino el sano ejercicio de la razón, con la suficiente humildad intelectual, para permitir que una luz superior la ilumine, para ver y decidir en cada momento, lo que sea conforme, al bien, la verdad y la belleza.