Papa Francisco acusado y crisis de la Iglesia actual

Ofreceremos a nuestros lectores, una selección de análisis autorizados sobre lo que muchos están llamando “el legado de Papa Francisco”. En la presente publicación el contenido es el siguiente:
- Introducción: principios básicos de la visión cristiana respecto a la lucha del bien y el mal.
- Grave acusación a la enseñanza del Papa Francisco el día de Corpus Christi
- Contexto y explicación sencilla de la nueva interpretación de las palabras “Tomad y comed, esto es mi cuerpo”.
- Exposición de los argumentos por el Dr. Antonio Caponetto
- Para reflexionar personalmente y en comunidad.
- Apéndice 1. Numerales claves del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía.
- Apéndice 2. Palabras consideradas proféticas de S. Juan Pablo II y Benedicto XVI
- Apéndice 3. Numerales claves del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la misión de la Iglesia en la historia y en el fin de los tiempos iniciados con la Ascensión de Jesús a los cielos.
- Recurso para conocer más sobre el Dr. Antonio Caponetto
- Algo más sobre el término transubstanciación.
Nuestra selección, téngase en cuenta, expondrá cientos de afirmaciones, entrevistas, gestos, acuerdos etc. Todo ello, nos permitirá formar un puzzle objetivo que nos revele la verdadera situación del Papado y de la Iglesia, la cual, a nuestro modo de ver, está siendo ocultado por todos los medios, incluidos grandes medios católicos, incluso hoy, en medio del torbellino de informaciones sobre cónclave, cardenales, curia y mil y un detalles irrelevantes. Al fin, es la estrategia del mundo…
Enlace a diversos artículos ya publicados:
La Iglesia sinodal, y el sentido crítico de los católicos https://percepcionactual.com/catolicos-confundidos/
Los católicos ante las profecías de revelación pública y privada. El discernimiento de los signos de los tiempos https://percepcionactual.com/catolicos-dormidos-o-ateos/
La tarea urgente para todo católico, luego de la muerte de Jorge Mario Bergoglio, conocer seriamente si ha cambiado el Evangelio https://percepcionactual.com/el-papa-en-cuestion/
A nuestro modo de ver, no sin razones de peso, la crisis de la Iglesia Católica si bien hunde sus raíces en una falta de fe y abandono del pensamiento serio metafísico, se ha expresado y contagiado por una manipulación del lenguaje, el cual ha encantado a millones de católicos, incapaces de ver en el sucederse de los acontecimientos de la Iglesia, la infiltración del mal. De modo tal, que en temas doctrinales claves, además de introducir neologismos innecesarios, se ha mantenido una terminología que, en algunos casos no significa lo que el Evangelio, la Tradición y el Magisterio bimilenario de la Iglesia han afirmado.
COMENCEMOS POR LOS PRINCIPIOS BÁSICOS
Un cristiano, con un mínimo de fe en la palabra revelada, sabe que el enemigo lo primero que disfraza es el lenguaje, el escrito y el hablado.
Ya las primeras páginas del Génesis, nos lo advierten, en aquel dramático y terrible engaño de la serpiente, que lejos de ser mitología, es la más cruda realidad de la vida humana. No sin razón Nuestro Señor eligió el apelativo de “príncipe de la mentira” para referirse al diablo, como el espíritu que se entromete, se infiltra en la relación de cada alma con su Creador y Padre en los distintos ámbitos de la existencia humana (individual, familiar, social, eclesial).
Un cristiano guiado por el Espíritu santo, sabe mejor que nadie aquello de “las palabras se las lleva el viento”, y por ello, está atento a quienes, sea del ámbito civil o del religioso, intentan para “caer bien a todos” halagar los sentidos, como afirma la segunda Carta a Timoteo:
“Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas” (2 Tim 4, 3-4).
Dichas fábulas bien pueden ser las modernas ideologías como la de perspectiva de género, o la del cambio climático antropogénico.
Se confunde por ejemplo, con categorías mundanas, adoptadas ya por los mismos católicos, como los que se están difundiendo estos días del cónclave señalando un ala progresista y un ala conservadora, como si ambas concepciones fueran válidas y legítimas a la hora de interpretar la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia.
La Iglesia Católica está en el mundo, y como toda institución humana, no deja de ser blanco de las acechanzas del enemigo, el cual actúa disfrazándose, como decía san Ignacio, de ángel de luz.
Fue nuestro Maestro, quien nos enseñó la influencia del espíritu mundano y el espíritu del mal en toda persona, también en sus mismos discípulos, y para que quedara claro especialmente a su Iglesia jerárquica permitió aquella “desdichada” ocasión en que Pedro, elegido para ser el primer Papa, intentara apartarlo de su obra redentora, “Apártate de mi Satanás, eres para mi piedra de tropiezo, porque tu piensas como los hombres y no como Dios”(Mt. 16, 23), haciendo clara referencia, a la tentación constante que podrá cautivar la mente y obra de sus sucesores, la cual consiste en seguir la mentalidad de los hombres, acomodarse al mundo, incluir a todos sin requerimientos etc., antes que predicar el pensamiento de Dios, el Evangelio.
Los grandes maestros de la espiritualidad cristiana, no se han cansado de advertir del valor como blancos preferidos que representan para el enemigo infernal, los pastores de la Iglesia, quienes pueden ceder por ignorancia, miedo, ingenuidad, o terrenos intereses.
Nos proponemos ofrecer datos, indicios, informaciones ocultas, análisis desde distintas perspectivas y de variadísimas personas desde dentro y desde fuera de la Iglesia, a fin de que, nuestros lectores lleguen a formarse una idea de la situación actual de la Iglesia y en particular de la cúpula de la Iglesia católica de los últimos años.
El asombro no será leve, pero, creednos, es mejor asombrarse ahora y despertar que, amparados en justificaciones como una obediencia católica mal entendida, dejemos de reconocer el cumplimiento de aquello que el mismo Señor, nos advirtió, no pocas veces, de lo cual el Magisterio eclesiástico se ha hecho eco, y como si fuera poco, la misma Madre Celestial, innumerables veces y en diversos países de los 5 continentes ha venido corroborando en sus mensajes con verdaderas profecías, unas ya han visto su cumplimiento, otras lo esperan (La Salette, Akita, Fátima, Garabandal, Umbe etc).
GRAVE ACUSACIÓN AL PAPA FRANCISCO por su NUEVA INTERPRETACIÓN ACERCA DE LA PRESENCIA DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA
Ofrecemos el lapidario juicio sobre el Pontificado de Francisco que hace uno de los grandes intelectuales católicos argentinos, el Dr. Antonio Caponetto, una autoridad reconocida por su amor a la patria, la hispanidad y a la Iglesia católica, incluyendo la defensa del Papado, y del Papa. Veamos aquí su trayectoria.
Saldo del Ministerio del “Papa Francisco”, Por Antonio Caponneto
¿Cuál es el saldo de su ministerio?
Pésimo, ruinoso, escandalizante. Atacó a la Verdad por las cuatro terribles vías posibles, que señalaba el padre Leonardo Castellani: por error, ignorancia, confusión y mentira. Y debería sumársele una quinta: por malicia, por odium Fidei, por odium Christi.
No intentaré ahora un balance de su larga década ocupando la silla petrina. Escribí cuatro libros y decenas de artículos, antes y durante su gestión. Todos con mi nombre y apellido. No soy dado a jugar a las escondidas con pseudónimos. Pero respetuosa y responsablemente, pesando y pensando las palabras, estoy en condiciones de decir que su obra ha sido destructiva y demoledora, corrosiva y vandálica. Sobran y se multiplican los ejemplos, mas sólo mencionaremos dos.
Su homilía en el Ángelus del domingo 7 de junio de 2015, Festividad de Corpus Christi, negando implícitamente el dogma de la transubstanciación.
Y su elección de un pornógrafo defensor y bendecidor de la contranatura, como el Cardenal Víctor Manuel Fernández, a cargo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Se cumplió en Bergoglio la tragedia que expresara Chesterton: si se quita el orden sobrenatural, no queda el orden natural; queda lo antinatural.
(Fuente: https://adoracionyliberacion.com/2025/04/24/cual-es-el-saldo-de-su-ministerio-por-antonio-caponneto/ )
¿HAY FUNDAMENTACIÓN, PARA TAN GRAVE ACUSACIÓN? ¿HA NEGADO EL PAPA LA PRESENCIA REAL Y SUBSTANCIAL DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA?
La afirmación del Dr. Caponetto, es grave, pero no podemos decir que sea errada hasta no escuchar su argumentación. Hay dos graves acusaciones, pero nos centraremos en la primera, la que toca la esencia misma de la Eucaristía, ya que de ser cierta, estaríamos en el caso de una doble interpretación: una católica, y la otra no católica. Y la razón se asombraría de reconocer que la interpretación no católica, contraria al Evangelio, la está expresando el mismo Romano Pontífice, al menos así conocido en todo el mundo.
El ángelus o Regina Coeli, en cuestión se puede ver en la página oficial del Vaticano. Hemos de aclarar que se trata del Magisterio ordinario del Papa, no hay aquí nada improvisado. Lo está haciendo aquí, en su oficio de confirmar en la fe.
EL CONTEXTO DE LA ENSEÑANZA PONTIFICIA
El contexto del mensaje papal es la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, y a partir del texto, es evidente que Francisco no intenta subrayar un aspecto accidental de la Eucaristía, tampoco quiere comentar algún texto bíblico que se refiere a la Eucaristía no de modo directo, como podrían ser ciertos pasajes del capítulo 6 de San Juan.
Según el texto, creo a todos fácil de observar, Francisco nos quiere enseñar el significado primero y más profundo de aquellas palabras consecratorias “Tomad, esto es mi Cuerpo”.
Seguidamente Francisco no usará la palabra rito, sino gesto y palabras. Eso que hizo Jesús por tanto fue un gesto, quizá quizá comparable al gesto del lavatorio de los pies. Luego viene la tesis que explicaría lo que Jesús hizo con el pan.
Dice Francisco que Jesús, con ese gesto y palabras, “asigna al pan una función” nueva. Por tanto, ya no estamos hablando de ningún milagro, ni de conversión del pan en su Cuerpo, ni de esa palabra rara de los teólogos “transubstanciación”.
El pan, al ser alimento, cumple la función por su naturaleza de signo o símbolo de todos los alimentos.
Francisco dice, que Jesús diciendo “tomad, esto es mi Cuerpo”, da al pan una nueva función: desde ahora al ver o compartir ese pan, debemos captar una realidad ¿Cuál realidad? La presencia de Cristo, la presencia de su Persona ¿En el pan? No, presencia “en la comunidad de los creyentes”. De este modo, la Eucaristía, así entendida se convierte en un signo excelente de la solidaridad, podríamos decir de la fraternidad y caridad, por ello Francisco lo llama “el Pan de Cristo”, o bien “ese pan”, o bien “especies consagradas de pan y vino” que podemos entender aquí el término consagrado, simplemente como “destinado al culto”, y sí, es un signo sagrado que nos invita a la caridad.
Dejamos nuestra sencilla explicación y vamos a la del del Dr. Antonio Caponetto:
En el Angelus del domingo 7 de junio, Festividad de Corpus Christi, el Papa Francisco hablando acerca de la Eucaristía afirmó:
“Gesù prende tra le mani il pane e dice «Prendete, questo è il mio corpo» (Mc 14,22). Con questo gesto e con queste parole, Egli assegna al pane una funzione che non è più quella di semplice nutrimento fisico, ma quella di rendere presente la sua Persona in mezzo alla comunità dei credenti” [Jesús toma entre las manos el pan y dice: Tomad, esto es mi cuerpo (Marcos 14, 22). Con este gesto y con estas palabras, Él asigna al pan una función que no es más la de un simple alimento físico sino la de hacer presente su Persona en medio de la comunidad de los creyentes”].
Estas palabras son desconcertantes y producen no poca inquietud, inquietud que se intensifica a medida que se las analiza. Lo que está diciendo el Papa es que al pronunciar las palabras de bendición del pan Cristo asigna a éste una nueva función de tal suerte que ya no cumple la función de un alimento físico sino que, ahora, la función del pan es producir o rendir la presencia de la Persona de Cristo en medio de la comunidad de los creyentes.
Es decir lo que cambia es la función pero no necesariamente la substancia del pan. En efecto, es posible suponer que el pan sigue siendo pan sólo que ahora ya no es sólo un alimento del cuerpo sino además algo capaz de hacer efectiva la presencia del Señor en la comunidad. Entonces, surgen al menos dos preguntas: primero, ¿puede cambiar la función de una cosa sin que cambie su substancia?; segundo, ¿la presencia de Cristo está en el pan o en la comunidad en la que Cristo se hace presente por medio del pan al que el Señor asigna una nueva función?
De hecho es posible asignar a una cosa una función determinada sin que ello implique necesariamente un cambio substancial. La función (u operación, u acción), pertenece a la categoría de accidente, no de substancia. En consecuencia, las palabras de Cristo operarían sobre el pan un cambio accidental no un cambio substancial. Pero esto contradice expresamente lo que la Iglesia ha enseñado siempre: en la consagración del pan cambia la substancia permaneciendo los accidentes. Por eso se habla de una presencia sacramental real de Cristo en su cuerpo, sangre, alma y divinidad bajo las especies del pan y del vino. Nada de esto aparece en esta novedosa manera de exponer el misterio de la fe del Papa Francisco.
En cuanto a la presencia de Cristo, ésta está primera y principalmente, substancialmente, en las especies eucarísticas no en la comunidad en la que el Señor está también de un modo real pero esencialmente diverso. Cristo, en efecto, está presente en la Iglesia de diversos modos produciendo entre los miembros del Cuerpo Místico una unión en la caridad. Pero ninguno de esos modos, que constituyen sí una presencia real, se compara al modo en que el Señor está presente en la Eucaristía pues se trata de un modo sublime y por antonomasia. Respecto de estos modos de presencia, Francisco insiste más adelante sobre ellos. Dice:
“Il Cristo, che ci nutre sotto le specie consacrate del pane e del vino, è lo stesso che ci viene incontro negli avvenimenti quotidiani; è nel povero che tende la mano, è nel sofferente che implora aiuto, è nel fratello che domanda la nostra disponibilità e aspetta la nostra accoglienza. È nel bambino che non sa niente di Gesù, della salvezza, che non ha la fede. È in ogni essere umano, anche il più piccolo e indifeso” [“El Cristo que nos nutre bajo las especies consagradas del pan y del vino, es el mismo que nos viene al encuentro en los acontecimientos cotidianos, está en el pobre que tiende la mano, está en el sufriente que implora ayuda, está en el hermano que demanda nuestra disponibilidad y espera nuestra acogida. Está en el niño que nada sabe de Jesús, de la salvación, que no tiene la fe. Está en cada ser humano aún en el más pequeño e indefenso”].
Resulta evidente que todos estos modos de presencia de Cristo son equiparados a la presencia eucarística. Por cierto que Cristo es el mismo pero no está del mismo modo en el pobre, en el sufriente, etc. en que lo está en el Sacramento de la Eucaristía. Adviértase de paso que toda referencia a la realidad sacramental de la Eucaristía permanece por completo ausente en las palabras del Papa.
Resulta oportuno comparar esta homilía de Francisco con algunos pasajes de la Encíclica Mysterium fidei del papa Paulo VI. Leemos:
“Aunque se salve la integridad de la fe, es también necesario atenerse a una manera apropiada de hablar no sea que, con el uso de palabras inexactas, demos origen a falsas opiniones -lo que Dios no quiera- acerca de la fe en los más altos misterios. Muy a propósito viene el grave aviso de San Agustín, cuando considera el diverso modo de hablar de los filósofos y el de los cristianos: «Los filósofos –escribe- hablan libremente y en las cosas muy difíciles de entender no temen herir los oídos religiosos. Nosotros, en cambio, debemos hablar según una regla determinada, no sea que el abuso de las palabras engendre alguna opinión impía aun sobre las cosas por ellas significadas»” (Mysterium fidei, 3).
Es evidente que, por decir lo menos, el Angelus de Francisco no ha guardado el modo propio y adecuado de hablar aun cuando pueda salvarse la integridad de la fe. Su lenguaje es equívoco, oscuro, impreciso y pone en grave riesgo de confusión a quienes lo oyen.
Sigue Paulo VI:
“La norma, pues, de hablar que la Iglesia, con un prolongado trabajo de siglos, no sin ayuda del Espíritu Santo, ha establecido, confirmándola con la autoridad de los concilios, norma que con frecuencia se ha convertido en contraseña y bandera de la fe ortodoxa, debe ser religiosamente observada, y nadie, a su propio arbitrio o so pretexto de nueva ciencia, presuma cambiarla. ¿Quién, podría tolerar jamás, que las fórmulas dogmáticas usadas por los concilios ecuménicos para los misterios de la Santísima Trinidad y de la Encarnación se juzguen como ya inadecuadas a los hombres de nuestro tiempo y que en su lugar se empleen inconsideradamente otras nuevas? Del mismo modo no se puede tolerar que cualquiera pueda atentar a su gusto contra las fórmulas con que el Concilio Tridentino ha propuesto la fe del misterio eucarístico. Porque esas fórmulas, como las demás usadas por la Iglesia para proponer los dogmas de la fe, expresan conceptos no ligados a una determinada forma de cultura ni a una determinada fase de progreso científico, ni a una u otra escuela teológica, sino que manifiestan lo que la mente humana percibe de la realidad en la universal y necesaria experiencia y lo expresa con adecuadas y determinadas palabras tomadas del lenguaje popular o del lenguaje culto. Por eso resultan acomodadas a todos los hombres de todo tiempo y lugar.
Verdad es que dichas fórmulas se pueden explicar más clara y más ampliamente con mucho fruto, pero nunca en un sentido diverso de aquel en que fueron usadas, de modo que al progresar la inteligencia de la fe permanezca intacta la verdad de la fe. Porque, según enseña el Concilio Vaticano I, en los sagrados dogmas se debe siempre retener el sentido que la Santa Madre Iglesia ha declarado una vez para siempre y nunca es lícito alejarse de ese sentido bajo el especioso pretexto de una más profunda inteligencia” (ibidem).
En cuanto a la presencia de Cristo en la Eucaristía en su relación con los otros modos de presencia, el Papa Montini es de una claridad meridiana:
“Bien sabemos todos que son distintas las maneras de estar presente Cristo en su Iglesia. Resulta útil recordar algo más por extenso esta bellísima verdad que la Constitución De Sacra Liturgia expuso brevemente Presente está Cristo en su Iglesia que ora […] Presente está El en su Iglesia que ejerce las obras de misericordia […] Presente está en su Iglesia que peregrina y anhela llegar al puerto de la vida eterna […] De otra forma, muy verdadera, sin embargo, está también presente en su Iglesia que predica […] Presente está en su Iglesia que rige y gobierna al pueblo de Dios […] Además, de modo aún más sublime, está presente Cristo en su Iglesia que en su nombre ofrece el sacrificio de la misa y administra los sacramentos […] Estas varias maneras de presencia llenan el espíritu de estupor y dan a contemplar el misterio de la Iglesia. Pero es muy distinto el modo, verdaderamente sublime, con el cual Cristo está presente a su Iglesia en el sacramento de la Eucaristía, que por ello es, entre los demás sacramentos, el más dulce por la devoción, el más bello por la inteligencia, el más santo por el contenido; ya que contiene al mismo Cristo y es como la perfección de la vida espiritual y el fin de todos los sacramentos. Tal presencia se llama real, no por exclusión, como si las otras no fueran reales, sino por antonomasia, porque es también corporal y substancial, pues por ella ciertamente se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e íntegro. Falsamente explicaría esta manera de presencia quien se imaginara una naturaleza, como dicen, «pneumática» y omnipresente, o la redujera a los límites de un simbolismo, como si este augustísimo sacramento no consistiera sino tan sólo en un signo eficaz de la presencia espiritual de Cristo y de su íntima unión con los fieles del Cuerpo místico” (n. 5).
Sigue iluminándonos el texto de Mysterium fidei, encíclica que recoge fielísimamente la doctrina de Trento:
“Verdad es que acerca del simbolismo eucarístico, sobre todo con referencia a la unidad de la Iglesia, han tratado mucho los Padres y Doctores escolásticos. El Concilio de Trento, al resumir su doctrina, enseña que nuestro Salvador dejó en su Iglesia la Eucaristía como un símbolo… de su unidad y de la caridad con la que quiso estuvieran íntimamente unidos entre sí todos los cristianos, y por lo tanto, símbolo de aquel único Cuerpo del cual El es la Cabeza […] Pero si el simbolismo eucarístico nos hace comprender bien el efecto propio de este sacramento, que es la unidad del Cuerpo místico, no explica, sin embargo, ni expresa la naturaleza del sacramento por la cual éste se distingue de los demás. Porque la perpetua instrucción impartida por la Iglesia a los catecúmenos, el sentido del pueblo cristiano, la doctrina definida por el Concilio de Trento, y las mismas palabras de Cristo, al instituir la santísima Eucaristía, nos obligan a profesar que la Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, que padeció por nuestros pecados, y al que el Padre, por su bondad, ha resucitado” (ibidem).
Finalmente, es cierto que el pan consagrado adquiere un nuevo significado y un nuevo fin pero ello acaece como consecuencia de un cambio ontológico, esto es, substancial. Por eso, Paulo VI, recogiendo la doctrina tradicional de la Iglesia concluye:
“Más para que nadie entienda erróneamente este modo de presencia, que supera las leyes de la naturaleza y constituye en su género el mayor de los milagros, es necesario escuchar con docilidad la voz de la iglesia que enseña y ora. Esta voz que, en efecto, constituye un eco perenne de la voz de Cristo, nos asegura que Cristo no se hace presente en este sacramento sino por la conversión de toda la sustancia del pan en su cuerpo y de toda la sustancia del vino en su sangre; conversión admirable y singular, que la Iglesia católica justamente y con propiedad llama transustanciación. Realizada la transustanciación, las especies del pan y del vino adquieren sin duda un nuevo significado y un nuevo fin, puesto que ya no son el pan ordinario y la ordinaria bebida, sino el signo de una cosa sagrada, y signo de un alimento espiritual; pero ya por ello adquieren un nuevo significado y un nuevo fin, puesto que contienen una nueva realidad que con razón denominamos ontológica” (n. 6).
No puede ser más notorio el contraste entre estos textos magisteriales y las confusas y paupérrimas expresiones del Papa Francisco. Una vez más, a la claridad meridiana de la doctrina parece haber sucedido una serie de palabras y gestos que oscurecen la verdad de la fe. Pero esta vez se ha ido demasiado lejos pues se ha tocado el nervio más sensible de la Iglesia, la Eucaristía. Y esto nos causa estupor y preocupación.
FIN DE LA EXPOSICIÓN DEL DR. CAPONETTO.

PARA REFLEXIONAR PERSONALMENTE Y EN COMUNIDAD
Hasta aquí la exposición del Dr. Antonio Caponetto. ¿Qué decir? Que cada uno rece, medite, reflexione y delante del Señor, saque sus propias conclusiones. Hemos aportado en nuestro blog, una pieza fundamental, pero al fin, una de las tantas sustanciales.
¿Por qué los católicos ni siquiera han pedido explicación de ésta y otras muchas declaraciones y enseñanzas confusas o anti evangélicas?
Por muchos motivos, el miedo al qué dirán si opino distinto a la mayoría (se ha instaurado el criterio de que la mayoría es fuente de verdad), por ingenuidad, por intereses terrenos especialmente el clero, que al pedir explicaciones puede ser censurado y expulsado del ministerio, y la gran mayoría por falta de formación seria (nótese lo de seria, porque hay quienes toda la vida han estado en escuelas teológicas).
Hace falta formación, es el grito cliché tan repetido en los círculos y comunidades católicas, sin embargo esto es relativo, es semejante a la repetida frase “más educación”, lo cual es tan necio como no preguntarse “qué educación, qué contenidos, qué metodología” ¿qué hacemos si muchos prefieren, por ejemplo, la del programa skolae de Navarra?. Por ello, en el ámbito católico, formación sí, pero qué tipo de formación ¿católica, probada y documentada en el magisterio bimilenario de la Iglesia y no sólo en los últimos documentos pontificios?
APENDICE 1 de 3, señalamos respecto a la Eucaristía, algunos numerales claves del Catecismo de la Iglesia Católica, que parecen proféticos frente a tergiversaciones del misterio eucarístico equiparando y confundiendo los modos de presencia de Cristo:
La presencia de Cristo por el poder de su Palabra y del Espíritu Santo
1373 “Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros” (Rm 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (cf LG 48): en su Palabra, en la oración de su Iglesia, “allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre” (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt 25,31-46), en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas” (SC 7).
1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 73, a. 3). En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero” (Concilio de Trento: DS 1651). «Esta presencia se denomina “real”, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen “reales”, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente» (MF 39).
1375 Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que:
«No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas (De proditione Iudae homilia 1, 6).
Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión:
«Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada» (De mysteriis 9, 50). «La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela» (Ibíd., 9,50.52).
1376 El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación” (DS 1642).
1377 La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo (cf Concilio de Trento: DS 1641).
1378 El culto de la Eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. “La Iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión en medio de la alegría del pueblo” (MF 56).
Fuente: CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s2c1a3_sp.html
APENDICE 2 Diversos pastores y teólogos, incluso algunos cardenales, han advertido sobre los tiempos que vivimos. Incluso Joseph Ratzinger, después Papa Benedicto tiene reflexiones muy interesantes sobre el futuro de la Iglesia, tal como lo veía hace ya varias décadas. También quien fuera después el Papa Juan Pablo II en su discurso durante el Congreso Eucarístico de 1976 llevado a cabo en la ciudad de Filadelfia, Pensilvania, con motivo de la celebración del Bicentenario de la firma de la Declaración de la Independencia de EE.UU. dijo:
«Ahora estamos parados frente a la mayor confrontación histórica que la humanidad ha experimentado alguna vez. No creo que el gran círculo de la Sociedad Americana, o de todo el amplio círculo de la comunidad cristiana se dé cuenta de esto completamente. Ahora nos enfrentamos a la confrontación final entre la Iglesia y la anti-iglesia, entre el Evangelio y el anti-evangelio, entre Cristo y el anticristo. El enfrentamiento se encuentra dentro de los planes de la Divina Providencia. Está, por lo tanto, en el plan de Dios, y debe ser un juicio que la Iglesia debe asumir y afrontar con valentía. Tenemos que estar preparados para someternos a grandes pruebas en un futuro no muy lejano. Pruebas que nos obligarán a estar dispuestos a renunciar a incluso nuestras vidas. Y una entrega total de sí mismos a Cristo y para Cristo. A través de sus oraciones y la mía, es posible aliviar esta aflicción, pero ya no es posible para evitarla que suceda. ¡Cuántas veces la renovación de la Iglesia ha sido a través de la sangre! No va a ser diferente esta vez».
El Cardenal Ratzinger (después Benedicto XVI) tuvo palabras, que hoy se consideran proféticas y en parte ya cumpliéndose. Ratzinger no ve una Iglesia Católica de grandes masas, donde todos forman parte de ella en una inclusión de todos a precio de la traición a la doctrina del Evangelio:
“También en esta ocasión, de la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros”.
Vale la pena, leer la entera reflexión en una Radio Alemana en 1969 https://infovaticana.com/2017/08/27/la-profecia-ratzinger-futuro-la-iglesia/
APENDICE 3. Las citas claves del Catecismo, para entender en qué momento de la historia nos encontramos, son los numerales 670 al 675:
Desde la Ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la “última hora” (1 Jn 2, 18; cf. 1 P 4, 7). “El final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en este mundo…
El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado “con gran poder y gloria” (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino aún es objeto de los ataques de los poderes del mal (cf. 2 Ts 2, 7), a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1 Co 15, 28), y “mientras no […] haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios” (LG 48). Por esta razón los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20; cf. 1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).
El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio (cf Hch 1, 8), pero es también un tiempo marcado todavía por la “tribulación” (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta también a la Iglesia (cf. 1 P 4, 17) e inaugura los combates de los últimos días (1 Jn 2, 18; 4, 3; 1 Tm 4, 1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. Mt 25, 1-13; Mc 13, 33-37).
Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos “toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad” (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Ts 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén “retenidos” en las manos de Dios (cf. 2 Ts 2, 3-12).
La última prueba de la Iglesia. Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
RECURSO SOBRE EL AUTOR:
En esta página podéis encontrar varios artículos de Antonio Caponetto, clickando simplemente en su nombre. Dejamos aquí lo que ya en Julio 2019 escribía analizando las desviaciones de la doctrina católica en los documentos de la Iglesia https://adelantelafe.com/la-escalada-del-papa-francisco/
SOBRE EL DOGMA DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN: https://www.es.catholic.net/op/articulos/9148/el-dogma-de-la-transubstanciacin-fue-decretado-por-el-papa-inocencio-iii-en-el-ao-1215-a-d.html
Breve reseña sobre la génesis del término transubstanciación. https://es.catholic.com/magazine/online-edition/can-a-catholic-reject-transubstantiation