Con mi denuncia ya eres culpable

¿Te imaginas que, sin siquiera conocerle, alguien te denuncia por haberle robado, y acto seguido un juez dictamina que debes ir a la cárcel?  No es ciencia ficción, son objetivos que se le ocurren a la ideología predominante, que luego se vuelven ley. Es el caso, de las aberrantes ideas que lanza, por ejemplo, Irene Montero, para lo cual luego se destinan millones de euros, y si es necesario se compra a jueces más que con dinero, con la intimidación y coacción.

El pueblo español, mira para otro lado. Es típico de una sociedad individualista, donde “si no me toca a mi, no me importa”, y esta es la verdadera lacra de la sociedad: el no preocuparnos por nuestra casa, nuestra sociedad, nuestro prójimo.   

Si al menos, el pueblo buscara informarse debidamente y apagara un poco la caja tonta, más que tonta digo yo, muy astuta porque bien realiza su trabajo de llamar mal al bien, tergiversar la realidad y analizar los hechos según los intereses de los financiadores… si el pueblo despertara de ese letargo de neuronas y empezara a pensar por sí mismo, explicaciones sencillas como éstas de Álvaro Bernad ayudarían mucho a construir una sociedad de verdad más justa.

¿Te imaginas ser denunciado en estas otras ocasiones? En un breve vídeo, Álvaro desmonta con gran sentido común lo que la sociedad actual “traga” sobre la supuesta homofobia, sin verificar: https://www.youtube.com/watch?v=5rTIgHbjgio

Y así, sucesivamente…  ¿Y qué decir, cuando estas ideas que crean una percepción de la realidad, llegan a los colegios, y no hay ningún Álvaro que ponga un poco de cordura? Mientras el pueblo mira para otro lado, se avecina nuevas generaciones que han mamado muchas horas cada semana las más disparatadas mentiras de la ideología de moda. Nos preguntaremos después, de por qué los matrimonios se deshacen, de por qué la violencia crece, de por qué desaparece el amor desinteresado y natural, de por qué cae la tasa de natalidad etc. Estamos consintiendo aberraciones que no tienen vuelta atrás. A no quejarse entonces, cuando las consecuencias toquen a tu puerta.