¿Conoces a quién confias tu salud? (parte 2 – Covid-19)
Esta introducción, no te llevará más de 3 minutos, pero vale la pena tenerla en cuenta para entender mejor el documentado artículo que podrás descargar al final, y que te hará conocer quienes son los verdaderos actores de lo que estamos viviendo, o sufriendo. Dejaremos para la tercera parte de esta entrega la “artillería pesada” que desmonta sin miramientos el plan geopolítico corrupto que ha movido esta pandemia más que cuestionable.
En el mundo moderno, los conocimientos que adquirimos, y a partir de los cuales nos formamos una visión de la realidad, nos llegan a través de fuentes que se rigen por principios donde la información no necesariamente exige una rectitud ética y moral. Esto debido al pensamiento relativista que impregna la mentalidad moderna y también a que entran en juego otros intereses como puede ser el ranking de audiencia, o la fidelidad a la línea política o ideológica de sus accionistas y “benefactores”.
El realismo depende también en saber plantearse la situación
En el presente trabajo nos proponemos aportar datos, opiniones, hechos, que orientan a una visión diferente, y más realista sobre el background que rodea lo que deciden ciertas personas y organismos sobre la población en materia de salud. La multitud de enlaces que acompañan las proposiciones de este artículo son necesarios para contrarrestar, conceptualmente, el bombardeo mediático al que estamos expuestos. No todos los enlaces tienen el mismo peso y valor argumentativo, algunos sirven para mostrarnos un fondo que no conocemos, otros son útiles para orientar, otros son meras conjeturas que podrían en un futuro no muy lejano verificarse.
En lo que se refiere a este fenómeno social, prefiero llamarlo así, de crisis a causa del llamado coronavirus; hoy tener certeza de alguna información es prácticamente imposible, y por eso me atrevo a decir que en el fondo para la mayoría de la población saber algo relevante y cierto sobre esta “pandemia” es cuestión de fe. Y aquí es necesario ser rigurosamente crítico: ¿qué puede garantizar la veracidad de una cuestión? ¿Quién interpreta correctamente los hechos? ¿Un organismo oficial está inmune de error? ¿Lo está una comunidad científica? ¿De qué depende la fiabilidad de la información? ¿Acaso el ser humano no sigue siendo humano aunque tenga mil títulos y reputada fama? ¿No sigue siendo débil ante las tentaciones de la avaricia o la buena fama? En fin, hay muchas cuestiones incómodas pero necesarias para quien, con buena voluntad desea formarse un juicio lo más certero posible de las situaciones que ocurren en el mundo y tocan su vida.
La cuestión de la veracidad de la información
No podemos coger al azar la información que nos cae bien, y elegirla como nuestra posición. Tampoco podemos poner como criterio la opinión pública, pues ésta ha sido “formada” ya por las fuentes de información que a su vez, no nos consta explícitamente si lo primero buscado es la verdad u otros intereses. Hay demasiada literatura del pensamiento que critica a los comunicadores por haber abandonado la sophia y la philosophia como pasión por y amor a la verdad, a la sabiduría.
Además, hemos de tener en cuenta que en mayor o menor grado, todo el itinerario educativo de los formadores de opinión pública está marcado por el relativismo propio de nuestro tiempo. Éste, raramente es criticado en profundidad y referido al periodismo como lacra que corrompe tan noble profesión, más bien es aceptado natural y silenciosamente.
La degradación de las costumbres: el venir a menos de la primacía de los principios éticos sobre la técnica y demás manifestaciones de la expresión humana, han hecho difícil el camino para quienes buscan la verdad.
Falsos mesias de la información se han presentado, y ha consistido en mostrarse como el más fuerte que intenta imponerse callando y silenciando al más débil, acusándolo de no ser objetivo, o de ser simplemente mentiroso. El fenómeno de la persecución de bulos no es más que un intento totalitario de imponer una verdad oficial sin replicar debidamente los argumentos contrarios.
Si hablamos de las altas esferas de conocimiento (el mundo científico) la situación no cambia, todos son humanos y cuando no hay una ética o mejor dicho una moral normativa como prioridad, todo puede ser o no ser verdad.
Por ello, si hablamos de veracidad que es lo primero que debe buscar el comunicador, considerándolo un valor innegociable, parece sensato que muchos nos decantemos por intelectuales que desde distintos campos de la ciencia y el saber no temen la censura de la mayoría y exponen sus opiniones bien argumentadas. No es que su posición confiera necesariamente veracidad, pero sí, creo que sirven como contraargumento que se debe poner al mismo nivel de la información pública predominante.
A este punto deberíamos preguntarnos por las fuentes a las cuales creemos, deberíamos tomar una actitud de pensamiento crítico y cuestionarnos si nuestra confianza en ellas es emocional o fundada en motivos intelectuales. Resulta asombrosa la ingenuidad con la que aplicamos diversas varas de medir en dependencia de si nos cae bien o no. Así, por ejemplo, por un lado afirmamos con contundencia que el dinero y el poder dominan el mundo, sin embargo esto no lo aplicamos a las fuentes que nos caen más simpáticas. No significa esto que no debamos creer a ninguna fuente, pero sí saber que todas deben ser analizadas y saber confrontar la información con aquellas fuentes que nos resultan menos simpáticas.
El compromiso natural con la verdad
En estos tiempos somos nosotros los que debemos buscar la veracidad de la información, y si existe alguna fuente más fiable eso lo sabremos después de confrontación de diversos análisis y verificación, sin rechazar ninguno. En esta cuestión tan humana, pasa como con las personas, si descubres que te ha mentido o que te ha manipulado muchas veces, pues pierde fiabilidad. Curiosamente estos criterios no los usamos para los medios de comunicación. Y así, nuestros principios no siempre se aplican con justicia. Entiendo que ninguno está exentos de ello, es por eso que con la intención de “equilibrar” la balanza de las fuentes en las que gran parte de la población cree, voy a presentar datos que podrían servirnos para confrontar aquello que hemos asumido y hasta defendemos.
En esta búsqueda de la verdad sobre la situación de la Covid-19, dudemos, preguntémonos, analicemos y confrontemos conocimientos y argumentos: no es otro el objetivo. Nunca es tarde, cuando la dicha es buena, si de la verdad se trata, y si lo que está en juego es nuestra salud y la de nuestros seres queridos.
Una última advertencia, buscar la verdad es un trabajo arduo, que no siempre da los frutos esperados, o en el tiempo que quisiéramos. Sólo eso que los antiguos llamaban filosofía entendida como pasión en la búsqueda de la verdad es lo que nos puede motivar y hacer perseverar. Por tanto, no creamos que será tarea fácil y de poco tiempo.
Aquí DESCARGAR DOCUMENTO PDF “Conoce a quien confias tu salud” , nuestra investigación donde encontrarás decenas de enlaces que corrobora lo que afirmamos.