¿Hacia la desesperación o la esperanza?

Por no sé cuál don divino, en particular estos últimos años, algunos tenemos la impresión de haber abierto los ojos, cuando, desgraciadamente, una gran mayoría parece tenerlos cerrados. Digo, que será un don divino, porque somos conscientes de que esa percepción de la realidad, no se debe a nuestra agudeza intelectual, ni mucho menos a méritos de nuestra conducta.

¿Cuál ha sido la chispa que encendió en algunos de nosotros esa pasión por pedir justificaciones de cuánto se nos decía? ¿Qué fuerza ha invadido nuestra pasión por investigar? ¿Qué nos ha hecho dudar del progreso idolatrado por los medios de comunicación y la política? ¿Qué nos hace ver que la narrativa del bienestar integral humano no cuadra con lo que realmente está padeciendo la humanidad? ¿De dónde nos ha llegado esa luz para intuir el mal que se cierne sobre nuestra civilización? ¿Cuáles son las verdaderas causas de las profundas crisis, que la mayoría parece no ver?

Lo que para nosotros, hombres y mujeres de a pie, ha sido una intuición, una iluminación, o simplemente sentido común (poco común en nuestros días); para grandes intelectuales capaces de elevarse a las causas últimas de lo que hoy está sucediendo, es una deducción lógica de aquellas fisuras que fueron deteriorando poco a poco los pilares de la civilización occidental.

Ofrecemos en esta entrada, lo que a nuestro juicio, es un excelente repaso de las causas más profundas que han llevado al ocaso de la civilización occidental. Esto significa el empobrecimiento del ser humano en cuanto humano, la deriva de su pensamiento hacia el sin sentido de la existencia, en definitiva las bases para que las vidas de esta sociedad se topen en un determinado momento con la nada, que el mundo parecía ofrecer como el todo.

CONFERENCIA en el auditorio Juan Pablo II del Obispado de Jerez el 22 de noviembre a cargo del prior de la Abadía del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, que llevó por título ‘Crisis y Esperanza de la Civilización Occidental’.

También para la humanidad del s. XXI, sigue siendo verdad los dos caminos, que hace falta que los vuelva a distinguir: “Mira, hoy pongo delante de ti, la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos… vivirás y crecerás. Pero si tu corazón se aparta… morirás sin remedio”. (Deuteronomio 30, 15-18).