La propia horca

Cuando escuchamos análisis serios de lo que está pasando en el mundo, esto es, en nuestra sociedad, con nuestra vida, con nuestros bienes y derechos, nos damos cuenta que hemos sido nosotros, o mejor dicho, la gran mayoría de la población la que ha permitido e incluso aplaudido las causas de los males actuales. Ha sido el pueblo, quien por ignorancia sobre todo, y a veces por miedo, se ha construido la propia horca.

Esa falta de pensamiento serio, denunciada hasta el hartazgo, en percepcionactual.com esta pasando factura. Pero, como los ingenieros sociales ya han tomado el pulso a la masa, saben cómo distraerla y cómo lograr que quieran, incluso pidan, lo que a ellos interesa.

A veces, dada la sumisión de la población, ni siquiera hace falta distraerlos, pues jamás irán a la raíz de los problemas. Nadie se los ha enseñado. La educación ya lleva décadas sin enseñar a filosofar, es decir buscar las últimas causas.

Con una población sometida y contenta, hablarles con serios análisis de Ucrania, Taiwan, o las mentiras climáticas les resultará aburrido y preferirán el telediario. Y así estamos…

Pero, la buena noticia es que todavía queda gente insumisa, contestataria, rebelde en búsqueda de verdades, y para ese tipo de gente, creo que hace estos análisis uno de los mejores: Lorenzo Ramírez. Nos habla de conceptos censurados en los medios hegemónicos: sequía artificialmente provocada, corrupción del régimen ucraniano, estrategia de EEUU para pasar ahora al envío de armas a Taiwan, y la colosal crisis económica de España… Un análisis sin desperdicio:

¿Se convertirá pronto nuestra vida en un infierno? Y no exageramos, los suicidios se han multiplicado a un ritmo galopante, las depresiones y enfermedades mentales también, la violencia no da tregua, las aberraciones morales sin freno etc. etc…

Si queremos continuar con análisis serios y en compañía de analistas profundos, uno de los más lúcidos, con la virtud de no venderse a nadie y simplemente amar la verdad, es el escritor Juan Manuel de Prada. Me complace presentarlo más bien, como filósofo, incluso como un gran teólogo católico de verdad, un profeta de nuestro tiempo: