SIGLO XXI ¿profético? Parte 4: El reclamo del cielo

El templo cristiano puente entre el cielo y la tierra

En esta serie de artículos que hemos titulado Siglo XXI ¿profético? queremos concluir con esta cuarta entrega, justamente dejando claro que vivimos tiempos en los que identificar y escuchar a los verdaderos profetas es indispensable, por ser tiempos de enorme confusión no sólo en lo que se refiere a la relación creatura-Creador, olvidada y hasta despreciada, sino también a la confusión del valor mismo de la persona, de su vida y de su libertad, a tal punto de llamar un derecho o un bien de la persona, actos que la destruyen interiormente.

Es por ello, que en las tres primeras entregas nos hemos focalizado, aunque someramente, en los obstáculos que han sido puestos al hombre moderno, para que no conozca aquello que realmente lo hace libre, y para que siga la dirección impuesta por un sistema que ha ido quitando de raíz, todo lo que afirma a una persona en una identidad concreta, aquello que lo hace ser único y singular (identidad religiosa, territorial, cultural, familiar). Nos referimos naturalmente a un plan de reingeniería social, que inició con la descristianización y ahora, lleva años en la deshumanización.

¿Cuántos despertarán?

En la tercera parte hemos dejado sentado que el cristiano cree en un Dios que no abandona a su creatura. De ahí, surge la esperanza ante los acontecimientos caóticos que se suceden en nuestros días. Pero, esta esperanza no es inactiva; el cristiano sabe que Dios cuenta con su acción en el mundo y por ello dirige la mirada a los profetas, que Dios siempre ha puesto en el mundo para recordar el camino del bien, y también para hacer ver la presencia de Dios como Señor de la historia.

En estos siglos que han conocido, quizá como nunca, el alejamiento de la humanidad de la religión y por tanto de Dios, con consecuencias desastrosas y millones de muertes, es cuando más Dios ha hecho patente su deseo de despertar a la humanidad, para hacerla volver al camino del bien. Y lo ha hecho, a través de su Madre en múltiples apariciones con miles de mensajes y advertencias a la humanidad, para que cambie de rumbo.

Podríamos decir que hasta hoy, la gran mayoría ha hecho oídos sordos, lo cual ha causado los terribles daños anunciados, como fue la segunda guerra mundial… ¿Se puede seguir por el mismo camino sin escuchar a los profetas que nos anuncian las voces del cielo?

¿Quién es el profeta?

Un profeta, es quien recuerda la prioridad de Dios, de la vida espiritual y del sentido de la existencia como paso por este mundo. Es quien ayuda a visibilizar los valores que se han olvidado o incluso despreciado. Al profeta se le da una luz de lo alto, para que ilumine y despierte las conciencias.

Nuestros tiempos, caracterizados por un ataque cada vez menos encubierto a todo lo sagrado, busca desprestigiar al profeta, así no es raro escuchar la expresión “profeta de calamidades”, como si se tratara de alguien que busca atemorizar. Lejos de esta concepción está el profeta cristiano.

Es cierto que el profeta, algunas veces se ve en la necesidad de advertir sobre justos castigos o calamidades, que no son más que lo debido o merecido por el mal cometido, pero esa advertencia nace de una intención misericordiosa como la de Dios.

El verdadero profeta busca, lo que Dios busca, es decir “que el pecador se arrepienta y se salve” (Ez. 33,11). Por tanto el profeta, es un portador de esperanza, ya que invita a la reconciliación con Dios, a volver a un orden que produce paz.  

¿Qué dice el profeta?

Si tuviéramos que resumir el contenido profético, no es más que un llamado de Dios a la conversión, es decir al realismo de reconocer a Dios como Dios, y reconocerse creatura deudora en todo a su Creador.

Conversión es orden debido, es ser justos dando a Dios la Gloria que se merece.

¿Cómo Dios se ha comunicado y se comunica?

El misterio y a la vez, acontecimiento histórico central del cristianismo, la Encarnación, es Dios que asume la naturaleza humana, se hace hombre sin dejar de ser Dios, y se realiza a través de una mujer, María. Dios comunica su Palabra definitiva a la humanidad a través de María; esa Palabra es una Persona, la persona de Jesús de Nazaret. Dios ha querido comunicarse al mundo a través de María.

Nuestros tiempos, ya desde el siglo XIX, han estado marcados por profetas que podríamos llamar profetas de la Virgen, o profetas marianos. Hay una comunicación real de lo sobrenatural, como lo hubo a lo largo de toda la historia, y eso es lo que constatan millones de cristianos católicos (y muchos no católicos) que razonablemente creen en las apariciones marianas, y no lo hacen por una simple “creencia”, sino que creen por los signos y pruebas tangibles que acompañan a estos acontecimientos.

Para profundizar:

Una breve introducción: ¿En qué consiste la importancia de las apariciones marianas? ¿Cómo entenderlas dentro de la fe cristiana?