Tu trabajo mal valorado ¿por qué?

¿En qué se fundamenta el valor de tu trabajo?

A lo largo de la historia, las crisis han servido para que algunos potenciaran sus capacidades y crearan verdaderas obras maestras, desde Viktor Frankl, el hombre en busca de sentido, Vincent Van Gogh, la noche estrellada, Miguel de Cervantes, Don Quijote de la mancha; Oscar Wilde, De profundis; William Shakespeare El rey Lear y Macbeth, hasta importantes descubrimientos en  Cálculo, mecánica, gravedad y óptica, de Isaac Newton, o los de Tesla. Parece que en los momentos más duros de las cruces de la vida, es cuando la luz de la inteligencia se hace más fuerte y vence.

A pesar de la manipulación psicológica para que cada vez pensemos menos, parte de la población ha llegado a ver, en esta crisis del coronavirus, el valor que tiene un servicio, o un trabajo, al que en tiempos normales ni siquiera prestábamos atención. También a muchos, esta situación, nos ha hecho ver que no es ni justo ni humano ver el trabajo de personas que día a día nos ofrecen sus servicios, sólo desde un punto de vista meramente económico. Y este es el punto que queremos tocar, tratando de proponer una mirada menos superficial que la impuesta por el sistema y respondiendo en parte a la pregunta ¿Por qué hemos llegado a tener una visión tan “primitiva” y poco humana del trabajo? 

Trabajar no es funcionar

El trabajo de un sanitario, un policía, un camionero, un barredor o cualquier otra persona no tiene precio: no tiene precio monetario. Lo voy a explicar con un ejemplo tosco: una máquina expendedora de refrescos, o tabaco hace un trabajo (mejor dicho, funciona) que tiene un contracambio monetario. Podemos decir que su trabajo es contracambiado por el dinero justo. Echo una moneda de 1 euro, y se activa un mecanismo que me da el refresco. El trabajo del ser humano, no es una mera función mecánica que, en justicia, recibe un contracambio monetario. Es cierto que, el salario debe intentar corresponder lo mejor posible al servicio prestado, pero no es un contracambio justo, estrictamente hablando.

El expendedor funciona, el ser humano trabaja

El trabajo humano, siempre va cargado de humanidad y esto no hay que entenderlo superficialmente, en tanto si “el dependiente me sonríe o no”. No es eso solamente, la “carga de humanidad”. Aunque no me sonría, ni muestre gesto de simpatía, el trabajo sigue siendo algo cargado de humanidad.

Para no extenderme, vayamos al caso del personal sanitario. Una maquina funciona, una persona trabaja, y ese trabajar es volcar en el servicio todo lo que es, en una palabra, su vida. ¿Acaso esto tiene un valor monetario? ¿Acaso esto se puede pagar?

Trabajo es relación humana y humanizante

Sigamos pensando: un enfermo no es una cosa, un médico no es una máquina (sí, hay que aclararlo). Un enfermo llega al hospital no solamente con su cuerpo, llega con su alma, con su historia, con sus miedos y esperanzas, con sus creencias o su fe más allá de la confianza en la ciencia… un enfermo llega al hospital con su familia y familiares, y con la relación no siempre ideal con cada uno de ellos. Un enfermo llega al hospital con sus amigos, con sus conocidos, y hasta con sus “enemigos”, con todos aquellos que lo han hecho ser lo que es. Al hospital entra una historia única e irrepetible, una vida vivida que ahora se encuentra débil, pero en el hospital, no lo recibe una cama, o un respirador, lo recibe otra u otras historias únicas e irrepetibles, porque también el sanitario está allí con toda su vida, con toda su historia, con todos sus miedos, con toda su fe, su confianza en Alguien con mayúsculas, y su confianza en lo que pueda la ciencia.  

La relación médico-paciente no se puede monetizar, no se puede pagar, no se puede regular por los principios de las finanzas, simplemente porque esa relación está en otro nivel, lo que Juan Pablo II, hubiera llamado el nivel personalista.

Cuando el trabajo se deshumaniza

Pasa que, en la actualidad, los servicios se han vuelto funciones, y el ser humano para la visión de los Estados modernos no trabaja sino que funciona, es mera parte material del desarrollo del Estado, “engranaje” ¿os suena?

Lo dicho del personal sanitario entiéndase de todos los servicios que se prestan a la comunidad, todo lo que implica relación y trato humano, desde la docencia hasta el trabajo pastoral espiritual de un sacerdote.

La mayoría me dará la razón en que pareciera, que la crisis ha despertado la conciencia del valor humano del trabajo, los “aplausos de los balcones” han sido una muestra de ello, sin embargo, posiblemente a muchos le incomode el señalar ahora la causa de la deshumanización del trabajo, que es más real que las emociones pasajeras. Esa causa o causas son precisamente ideologías que generalmente creemos contrarias, pero que podríamos resumir en el pensamiento laicista actual incoado en las modernas sociedades por  los mentores de la Ilustración.

Esto no va de política

Por tanto, no me refiero solamente a un gobierno determinado, me refiero a una mentalidad que se encuentra a derechas e izquierdas, aunque éstas últimas sean las más incisivas, o porque ostentan el poder, o por sus principios más afines al materialismo de corte marxista. Es importante que entendamos que la raíz de esta mentalidad, si bien la incluye, va más allá de la ideología política, se trata de una visión antropológica, de la consideración del valor de la persona y su trabajo.

Se trata de un pensamiento para el cual no existe, o no es relevante la dimensión espiritual de la persona, y por tanto tampoco nada que alimente, sostenga o promueva esa dimensión. A partir de esto, entendemos mejor esa continua batalla contra la religión cristiana en las aulas, el desprecio continuo a quien hable de espiritualidad cristiana (La Iglesia), el menosprecio de todo lo sagrado a través de los medios de comunicación, y hasta de actos “culturales”  al servicio de esta ideología.

Pero esta ideología actúa no sólo atacando la religión como principal fuente de promoción y visibilización de la dimensión espiritual, sino también sembrando una mentalidad donde lo productivo es más valioso que lo humano. Así, en el imaginario colectivo, una mujer empresaria es mejor valorada que una ama de casa, y esto por poner ejemplos leves.

Que dicha ideología ha calado en la mentalidad de nuestros contemporáneos es una realidad. Ha calado y gobierna sus vidas.  

Esto viene de hace mucho tiempo

El punto de inflexión ¿adivinad cuando se dio? Cuando la cultura occidental, filosofía y ciencia, allá por el s. XVI rompió con la visión sagrada y trascendente de la persona. Eso que la espiritualidad cristiana llama “la imagen de Dios”en el hombre y la mujer.

Desde aquella época se viene desarrollando la “desacralización del hombre”: para entendernos “la cosificación o materialización” de la persona humana. El mundo tomó otro rumbo, el del materialismo como explicación de la realidad, es decir lo único que tiene valor es aquello que se puede medir o pesar. Vale la pena una mirada, aunque más no sea un breve resumen de la crítica que hace Ernesto Sabato (en el enlace, al final, se puede descargar su libro “La Resistencia”).   

Volviendo a la sanidad, en particular a la visión política de la sanidad recordaréis que, uno de los argumentos principales de un partido de izquierdas, para quitar a los capellanes de los hospitales públicos era el monetario, alegando que con el dinero (menos de mil euros) que se le pagaba a los capellanes se podrían comprar más camas. Esta es la mentalidad no sólo de algunos políticos sino, por lo que veo en estos días en las redes, también de muchos españoles que “piensan” con un visión de “vale sólo lo material”.

Y si creéis que son pocos los que piensan así, preguntaros si hubo alguna “propuesta progresista” para salir a los balcones a aplaudir a esos 850 capellanes de hospitales que tiene España, y que respetando ciertas directivas siguen haciendo su labor de atención a los enfermos y a las familias de los enfermos en esa dimensión, si se quiere, la más humana que tiene toda persona. Ni siquiera hubo una alusión.

Si ésta es la situación, no pidamos peras al olmo, mientras no se cambie de mentalidad y se vuelva a reconocer el valor indiscutible, innegociable de la persona humana con cuerpo y alma, con vida física y vida espiritual.

DanielC