No critiques, ni pienses…

Nosotros pensamos por ti!

Cuando tuvimos tiempo para pensar, se nos presionó para que no lo hiciéramos

Nada hay más propio de la especie humana que el pensar. Es aquello que nos distingue de los demás seres. El ser humano es por naturaleza un ser pensante, un filósofo, pero esta condición natural no está libre de ser atenuada, es decir, es decir también está expuesta a la manipulación.

Debilitar el ejercicio de la inteligencia

Generalmente cuando hablamos de la manipulación que sufre la población, atendemos sólo a los contenidos comunicados y no a la capacidad del receptor. Atrofiar la capacidad humana de ahondar en las realidades ha sido un trabajo de reingenieria social que la humanidad viene experimentando y padeciendo sin darse cuenta, desde hace algunas décadas, fruto de varias causas que concurren a un solo objetivo: que el ser humano ejerza su capacidad de pensar sólo en lo superficial y sólo en lo que se le dictamina a través de los medios que crean un “sentir y pensar popular” más o menos homogéneo. El “pecador” es aquel que piensa más allá de lo superficial y disiente.

Atrofiar la capacidad de pensamiento crítico, sería algo así, como poner a una persona sana en silla de ruedas, y no dejarla jamás levantarse, ni caminar y mucho menos correr. Tiene la capacidad, pero la han llegado a convencer de que el caminar es malo, y el correr peor.

¿Una sociedad con pensamiento crítico?

Nuestra sociedad, está saliendo de una crisis virulenta que “ha exigido” medidas drásticas de aislamiento de la población (no hubo jamás consenso científico en esto). Es en estos momentos, donde mejor se puede medir el temple de la sociedad actual, la madurez de las personas y sobre todo, a qué punto tenemos la capacidad de pensamiento crítico.

Simplemente quisiera poner bajo la mira, un criterio que se adoptó sin más, aún por personas, que en otras ocasiones, han mostrado lucidez crítica. Me refiero al famoso y extendido “quédate en casa” y el alcance de este principio acogido como absoluto. No, no estoy siendo un negacionista (etiqueta muy frecuente hoy) de una medida que puede ser sensata y oportuna. Me refiero, al planteo: ¿Con qué capacidad crítica y adulta acogemos las normas?

Acatar una regla, una norma, un mandamiento de forma humana, significa hacerlo de modo racional y sabio: eso caracteriza la madurez de la persona. Y aquí, creo que está el punctum dolens.

Si nos detenemos en este “quédate en casa”, y analizamos con qué racionalidad, con qué pensamiento crítico ha actuado la ciudadanía, podemos observar algunos elementos positivos y otros elementos que delatan la falta de pensamiento crítico y el punto de involución en la que nos encontramos a nivel intelectual, aunque nos duela reconocerlo.

Normas acatadas por obediencia ciega

El “quédate en casa” ha contribuido a la toma de conciencia sobre la necesidad de la solidaridad y la empatía con aquellas personas que prestan un servicio a la comunidad y que no se pueden quedar en casa.

Si embargo, a falta de sentido común y de la sabiduría que otorga el pensar profundo, hemos sido testigos de una extendida inmadurez mental en la comprensión de esta norma del “quédate en casa”: gente gritando, insultando, amenazando desde los balcones a personas que no conocen, que no saben de dónde viene ni a dónde van, que no conocen sus problemas ni sus miedos, en fin, gente que ayer protestaba ante cualquiera que le hablara de alguna norma moral y hoy se auto-proclaman jueces de la moral, la del Estado

Me da la impresión que, se lo ha entendido como una sumisión absoluta y total a la voz del Estado, que a través de los medios se ha proclamado como único juez que dice lo que está bien y lo qué está mal. Así, las redes y algunos medios afines a la gestión gubernamental, no se cansaban de “aconsejarnos”, “esta no es hora de criticar, no es hora de pedir responsabilidades”, “esta es hora de estar unidos”. Podría estar de acuerdo en cierto aspecto, pero como nos han “formateado” de tal modo que acatemos todo, siempre y cuando no venga de la religión, ni siquiera nos cuestionamos si esto es o no lo correcto, desde el punto de vista de la razón y el sentido común.

La unión es cosa buena pero ¿a qué precio?

En primer lugar, la unión debería ser meta de todos los días y no de los momentos de pánico, pero aun así, reconociendo la necesidad de unirnos, y ya haciéndolo con el hecho de quedarnos en casa, no logro entender por qué esto se deba oponer a la necesidad humana de pensar en lo que está ocurriendo, no sólo desde el punto de vista sanitario. Es característico de las ideologías oponer cosas que no necesariamente se oponen.

La unión por la unión misma no significa nada, es más, la unión de ideas contrarias es sincretismo y hasta hipocresía. Entre narcotraficantes y terroristas hay unión ¿la unión los hace buenos?.

La unión se debe dar, en algo común y claramente bueno. Pongamos un ejemplo: imaginemos que el profesor le pide a sus alumnos consenso sin más. La pregunta de sentido común que le harán los alumnos va a ser: Profe, “consenso en qué?” Pues, así pasa con la unidad ¿unidad en qué? Se supone que no hay unidad, porque unos ven que las cosas deben hacerse de un modo para tener éxitos y otros piensan que se debe hacer del modo contrario, también para tener éxito. La unidad que ha pedido el gobierno y sus votantes, en esta “pandemia” ha sido “únete a mi decisión con tu silencio, no opines, no contradigas”.  

Traducido sería “no pienses con cerebro propio”

Nos repiten machaconamente “no es hora de criticar”, traducido significaría: no es hora de actuar tu pensamiento crítico. Nos siguen repitiendo las normas del control de la población “no pienses, sólo escucha. Nosotros pensamos por ti”. Nosotros (El Estado) se ocupa de ti y de los tuyos, tu trabaja, produce, o en este caso “quédate en casa”.

Para la mayoría, que se ha quedado en casa, estos días han sido una situación única, una oportunidad para elevarse del frenesí cotidiano del trabajo, y ocuparse de su dimensión espiritual. No me refiero solo a la introspección que cada uno, si se considera cristiano, debería hacer para analizar su relación con Dios, sino que me refiero al espíritu crítico, es decir a liberar ese deseo natural de conocer la verdad, interesarse, buscar, investigar y hacer los propios análisis.

Durante la “normalidad” de la vida, este sistema no nos deja tiempo para pensar ni investigar lo suficiente. No hay tiempo para clasificar y asimilar lo que las mil voces nos dicen mientras corremos de un lugar a otro. Y cuando aparece este tiempo, como las vacaciones, el sistema también ha pensado como distraernos de las cuestiones más serias. Lo importante es que lleguemos a percibirnos como sólo materia necesitada de materia sensaciones, estimulaciones, cargas emocionales etc.

No pienses, no critiques. Eso lo harás después de que pasemos esto. ¿Alguien se cree esto? ¿Alguien piensa que volveremos a una normalidad superior, donde tendremos tiempo para producir y también para pensar? También la ingenuidad es preponderante en nuestra época.

Quienes están al frente de la situación, quienes tienen que tomar las decisiones, ellos son los que no tienen que emitir críticas que no sean constructivas. Ellos son los que necesitan una cierta unidad por encima de las diferencias ideológicas, tratando de llegar a acuerdos urgentes, pero tú que estas en casa, aprovecha este precioso tiempo para cuestionarte, investigar, leer, profundizar en todo aquello que ha pasado mientras tu estabas produciendo. Que este tiempo pasa, y puede haber sido la única posibilidad en la vida, de haberte enterado de lo que realmente está pasando en el mundo.

Tu decisión libre

No hagas caso a quienes repiten, aún sin mala voluntad, los postulados de la ideología dominante. Tu piensa, pregunta, duda, cuestiónate, critica desde la razón y no desde la emotividad, el rencor o la afiliación a un partido. En este tiempo de crisis, y de preocupación esfuérzate por lucir esa capacidad única que nos distingue en la creación: la razón y el co-razón.

DanielC

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