Cristianismo y agendas progresistas

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Que no pensemos y que vivamos del primer impulso, de la primera sensación que nos ofrece la sociedad moderna, es lo que quieren quienes deshumanizan a la persona para sus propios intereses: “Déjate llevar”, “sigue tus impulsos” son de los tantos eslóganes con los que bombardean los medios a las débiles mentes adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes.  

No tiene medida el sistema montado desde hace décadas, para que cada joven (ahora están apuntando a la niñez), viva de impulsos, sensaciones, emociones efímeras, acompañado de muchos ruidos, muchas luces y mucho dispositivo. ¿El objetivo? No dejar paso al silencio, la reflexión y en última instancia a la apertura de mente que naturalmente tendería a preguntarse por el más allá, el sentido de la existencia y demás cuestiones capaces de hacer madurar a la persona. Pero, personas maduras buscarán la libertad, y el sistema del corporativismo mundial no busca seres libres, sino seres obedientes, vasallos, borregos. La experiencia de estos años de “pandemia” ha mostrado el servilismo humano y la incapacidad de pensar por sí mismo.

Que no pensemos en los valores más altos, en las cuestiones más trascendentes de la vida es el arma del enemigo de la natura humana, enemigo de aquel ser que fue creado racional, con voluntad y espíritu humano capaz de unirse al espíritu divino y así, en cierto modo, hacerse como dios. He aquí la cuestión del por qué el cristianismo vivido según el Evangelio molesta y constituye un “retroceso” en el plan de las agendas progresistas 2021, 2030, 2050. He aquí la clave, de porqué dichas agendas se han infiltrado incluso en la vida de la Iglesia, en la pastoral, en el culto y otras esferas confundiendo a muchos despistados católicos.

Ahí está el libro que contradice los planes macabros de las agendas progresistas, la Sagrada Escritura, leída e interpretada según la tradición bimilenaria de la Iglesia y no según el exégeta de turno. En ella el Creador, a través de hombres de buena voluntad, quiso dejar escrito que el ser humano, rey de la creación puesto por El, es nada menos que su imagen y semejanza.  Dios ha hablado primero y a El pertenece la criatura humana, y en mayor medida un bautizado que ha sido marcado con la señal de Cristo el día de su bautismo.

Las agendas actuales están levantando el brazo ante Dios, han decidido hacerle la guerra en cada habitante del planeta y en especial a quienes quieran seguir a ese tal, Jesús de Nazaret, Hijo de Dios.

Aquellos que siguieron al Nazareno, huyeron ante el peligro y amenazas del mal, pero el domingo de resurrección se arrepintieron. Contamos con su testimonio. No huyamos y el premio será lo que “ni ojo vió, ni oído oyó” (1 Cor. 2, 9).  

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